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Jan Paweł II:

Por eso hoy, en este santuario, quiero consagrar solemnemente el mundo a la Misericordia Divina. Lo hago con el deseo ardiente de que el mensaje del amor misericordioso de Dios, proclamado aquí a través de santa Faustina, llegue a todos los habitantes de la tierra y llene su corazón de esperanza. Que este mensaje se difunda desde este lugar a toda nuestra amada patria y al mundo. Ojalá se cumpla la firme promesa del Señor Jesús: de aquí debe salir "la chispa que preparará al mundo para su última venida". Es preciso encender esta chispa de la gracia de Dios.
Es preciso transmitir al mundo este fuego de la misericordia. En la misericordia de Dios el mundo encontrará la paz, y el hombre, la felicidad. Os encomiendo esta tarea a vosotros, amadísimos hermanos y hermanas, a la Iglesia que está en Cracovia y en Polonia, y a todos los devotos de la Misericordia divina que vengan de Polonia y del mundo entero. ¡Sed testigos de la misericordia!

ACTO DE CONFIAR EL MUNDO A LA DIVINA MISERICORDIA

Dios, Padre misericordioso,
que has revelado tu amor
en tu Hijo Jesucristo
y lo has derramado sobre nosotros
en el Espíritu Santo, Consolador,
te encomendamos hoy el destino
del mundo y de todo hombre.

Inclínate hacia nosotros, pecadores;
sana nuestra debilidad; derrota todo mal;
haz que todos los habitantes de la tierra experimenten
tu misericordia, para que en ti, Dios
uno y trino, encuentren siempre
la fuente de la esperanza.

Padre eterno,
por la dolorosa pasión y resurrección de tu Hijo,
ten misericordia de nosotros
y del mundo entero.

Kraków-Łagiewniki, 17 de agosto de 2002